lunes, 18 de junio de 2007

locura

Amanece, y los primeros rayos del sol esbozan una suave mirada de alivio en los ojos de Vladimir. Siente que está viviendo el momento, que no puede pensar más allá que los próximos veinte metros que le depara la pared. Hace horas que viene sintiendo miedo como nunca antes. Existe algo en su interior que no lo deja estar tranquilo. Entretanto, coloca firme los pies e instala un friend del dos en un lugar excelente, respira algo aliviado y continua para terminar su largo.

El sol ya empezó a entibiar el cuerpo de Pavel. Joven aun, se siente algo inquieto al no poder ver a su compañero que escala tras un resalte. Mientras deja correr suavemente por sus manos la cuerda demandada, su mente viaja a lugares remotos, quiméricos, más tibios y tranquilos que en los que se encuentra él.

- Reuniooooon !!!! grita Vladimir.

Mientras intenta tragar una congelada barra de cereal, Pavel aprovecha de mirar por dónde transcurrirán sus pasos en los próximos cincuenta metros. Vladimir termina de ordenar la cuerda y se apresta para asegurar a su compañero, mientras el sol lentamente empieza a calentar las altas cimas de la montañas vecinas. Imagina que en la suya también sucede lo mismo. No puede dejar de representarse que se encuentra aun muy abajo, sin duda alguna, será una larga jornada. Súbitamente su pensamiento es atropellado.

- ¡Voy! Dice Pavel.
- ¡Juegue! Le responde Vladimir.

Rápido y seguro, Pavel se introduce por un helado goulotte de hielo cristalino. Saca un tornillo corto y empieza velozmente a girarlo sobre su eje hasta que logra completamente introducirlo en el hielo. Sube velozmente por la estrecha canaleta haciendo oídos sordos a los silbidos inocentes de la piedras que se desprenden más arriba. Ha empezado la ruleta rusa y no desea ser él quien deba apretar el gatillo en el momento equivocado. Algo fatigado, decide colocar nuevamente un tornillo. Se acomoda en su precaria situación, libera una mano. Sabe que no debe mirar, pero mira. Atónito ve como una enorme roca viene hacia él dando tumbos entre las paredes de la canaleta, jamás alcanzará a colocar el tornillo, tampoco tiene refugio cercano. Vuelve nuevamente a tomar el piolet, agacha la cabeza, cierra los ojos fuertemente como no queriendo escuchar incluso con ellos, y reza.

1 comentario:

María Concepción Tabilo Navia dijo...

Hola David..
Por fin el esperado Blog!
Oye, escribes Súper bien loko..
Te Felicito..!

p.d. le cayó la piedra al chico? se murió?