martes, 19 de junio de 2007

inversión

El Calentamiento Global, las Hidroeléctricas en Aysén, la Contaminación del histórico río Mataquito, los Cisnes de Valdivia y, por supuesto, Pascua-Lama son sólo algunos de los titulares medioambientales que han rondado en los medios de comunicación en los últimos meses. Imagino que a esta altura del partido todos estamos de acuerdo en la necesaria protección del medio ambiente, el ¿debemos proteger? se encuentra para todos como resuelto. Entonces partimos desde esa premisa básica, que en este artículo gana la calidad de verdad absoluta y presunción de derecho. El tema en ese aspecto no es debatible ni cuestionable, lo que sí puede y debe ser objeto de sana discusión es el por qué proteger y el cómo proteger.

El por-qué-proteger se enmarca en el ámbito de la ideas, de las causas y de los fines. Ilumina la razón y constituye la meta final de toda regulación, son los “principios”, pero también son los “finales”. El por-qué-proteger es de respuesta diversa y necesariamente será mutable conforme vayamos analizando los intereses y las inquietudes de cada individuo o grupo social. Colocar de acuerdo sobre este tramo a una indígena originario, a un magnate conservacionista, a un pescador artesanal o a un romántico ecologista sobre el por-qué-proteger sería tan difícil y utópico como inútil. Difícil y utópico porque cada mirada de aquellos individuos (personales o colectivos) son diferentes, pues la naturaleza humana misma se soporta sobre el concepto de diversidad. Inútil, asimismo, porque no existe beneficio que reporte el poder convencer a una Sara Larraín de los fundamentos que tenga Tompkins para el proteccionismo de la naturaleza. No es bueno homologar en ese sentido. Estos diferentes grupos reman hacia el mismo lado, pero en embarcaciones distintas, algunas de fibra de vidrio otras de madera nativa, por lo que el por-qué-proteger es un tema resuelto para ellos.

Para quien el tema dista mucho de tener un punto final es para la señora Juanita, la misma dama famosa que los políticos no dudan en esgrimir. Me refiero con ello a los individuos urbanos, a la masa social chilena. Ni siquiera a la clase media ni a la baja, pues a alienación del tema ambiental cruza los parámetros socioeconómicos. No sólo en Vitacura dejan las luces prendidas y el agua corriendo, sino que también en La Bandera las 4 teles se mantienen prendidas durante todo el día. Son a ellos a quienes se les debe enfocar la pregunta del por-qué-proteger, cobrando relevancia la amplia gama de ofertas de ideas que los individuos citados en el párrafo anterior se cansan de mostrar. A mi me gusta abordar el por-qué-proteger desde un punto de vista económico, de que es factible el crecimiento de país con un adecuada protección del medio ambiente, es decir, de que el desarrollo sustentable es posible y no una mera abstracción de economisistas y fanáticos religiosos. Me parece cercano a la gente -y sano por lo demás- invitar a conocer la protección ambiental como una inversión a futuro y no como una traba para desarrollo económico nacional. En el fondo, creo que el plan de invitar a plantar plantitas tiene un límite etareo, por sobre el cual resulta poco influenciador y, paradójicamente, infértil.

La relevancia del por-qué-proteger en la población urbana, en el chileno medio, trasunta el hecho de crear una conciencia proteccionista no fanática (como se ha dado hasta hoy), que signifique un cambio de visión en la protección del medioambiente, que no sea visto, en fin, como un acto solidario o de conciencia social, sino como un acto productivo y finalmente útil. Protejo porque me sirve y no porque quiero ser mejor ciudadano y ganarme el cielo en ello. Utilitarismo en el más puro sentido de la palabra.

lunes, 18 de junio de 2007

locura

Amanece, y los primeros rayos del sol esbozan una suave mirada de alivio en los ojos de Vladimir. Siente que está viviendo el momento, que no puede pensar más allá que los próximos veinte metros que le depara la pared. Hace horas que viene sintiendo miedo como nunca antes. Existe algo en su interior que no lo deja estar tranquilo. Entretanto, coloca firme los pies e instala un friend del dos en un lugar excelente, respira algo aliviado y continua para terminar su largo.

El sol ya empezó a entibiar el cuerpo de Pavel. Joven aun, se siente algo inquieto al no poder ver a su compañero que escala tras un resalte. Mientras deja correr suavemente por sus manos la cuerda demandada, su mente viaja a lugares remotos, quiméricos, más tibios y tranquilos que en los que se encuentra él.

- Reuniooooon !!!! grita Vladimir.

Mientras intenta tragar una congelada barra de cereal, Pavel aprovecha de mirar por dónde transcurrirán sus pasos en los próximos cincuenta metros. Vladimir termina de ordenar la cuerda y se apresta para asegurar a su compañero, mientras el sol lentamente empieza a calentar las altas cimas de la montañas vecinas. Imagina que en la suya también sucede lo mismo. No puede dejar de representarse que se encuentra aun muy abajo, sin duda alguna, será una larga jornada. Súbitamente su pensamiento es atropellado.

- ¡Voy! Dice Pavel.
- ¡Juegue! Le responde Vladimir.

Rápido y seguro, Pavel se introduce por un helado goulotte de hielo cristalino. Saca un tornillo corto y empieza velozmente a girarlo sobre su eje hasta que logra completamente introducirlo en el hielo. Sube velozmente por la estrecha canaleta haciendo oídos sordos a los silbidos inocentes de la piedras que se desprenden más arriba. Ha empezado la ruleta rusa y no desea ser él quien deba apretar el gatillo en el momento equivocado. Algo fatigado, decide colocar nuevamente un tornillo. Se acomoda en su precaria situación, libera una mano. Sabe que no debe mirar, pero mira. Atónito ve como una enorme roca viene hacia él dando tumbos entre las paredes de la canaleta, jamás alcanzará a colocar el tornillo, tampoco tiene refugio cercano. Vuelve nuevamente a tomar el piolet, agacha la cabeza, cierra los ojos fuertemente como no queriendo escuchar incluso con ellos, y reza.

miércoles, 13 de junio de 2007

prueba

prueba?